10 marzo 2009

Soledad, oscuridad.

Paseo a oscuras por el cementerio, son las 6 de la tarde pero ya es de noche, igual que en mi corazón. Lo tuve todo porque te tenía a ti, pero te he perdido. Te busco y aunque te encuentro ya no eres el mismo. Algo en ti ha cambiado y yo siento que estuve a punto de tocar el cielo pero alguien me arrancó de allí para devolverme de nuevo a los infiernos. La soledad se ha incrustado en mi alma mientras pienso que podrías estar aquí. ¿Te acuerdas? Todo era perfecto, nos teníamos el uno al otro. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Cuál fue la mano que nos distanció? Lo peor de todo es que lo permitimos y ahora me encuentro aquí, echándote de menos mientras escucho a Sopor Aeternus y leo a Poe. Nunca pretendí tenerte, no de esa forma. Sólo necesitaba comprensión y tú me la diste. Sólo una mano amiga que supiera comprenderme, la tuya.
Veo la luna y pienso que ella está igual de sola que yo y que seguramente también echara en falta a alguien como tú, pues las personas como tú son difíciles de olvidar. Quisiera entrar en tu jardín, verte de nuevo sonreír como lo hacías antaño. ¿Quién se llevó tu sonrisa? Fuera quien fuese se llevó con ella también la mía y ahora vivo en mundo de payasos tristes.
Oigo unos pasos y me escondo detrás de la primera lápida que encuentro, no me gusta que me vean aquí. Frente a mí un mausoleo de familia rica se levanta elegante cual castillo. Pienso en las personas que deben estar enterradas allí. Una familia entera. Entrarán también algunos amigos, quizás. Los pasos se alejan y yo me levanto a contemplar el mausoleo. Un ramo de rosas medio marchitas reposan en una de las tumbas. Un amor perdido o un familiar añorado. Pienso en como será mi vida si tú no formas parte de ella y sólo consigo ver melancolía, silencio, oscuridad. Pienso en todos los que están a mi lado, pero sin ti existe un hueco difícil de rellenar. Te convertiste en alguien especial sin ni tan solo pretenderlo. Sólo con tu dulce mirada y tus palabras amables, conseguiste que me sintiera a gusto, protegida. Ahora estoy a la intemperie, expuesta a todo animal que pretenda hacerme daño y me pregunto quién me rescatará ahora.
Salgo del cementerio y en silencio paseo por las calles de la ciudad esperando cruzarme algún día contigo. Volver a verte, volver a reír contigo, volver a jugar a las cartas, creer que el mundo esta hoy a nuestros pies. Se que esto no es probable y me consuelo pensando que a lo mejor tú también te acuerdas de mi. ¿Lo haces?

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