11 diciembre 2007

A mi creadora

Capitulo V

Habían pasado varias semanas desde la desaparición de Julien y Katja y yo le habíamos dado por perdido. No conseguía perdonarme por haberle dejado ir aquella noche, tendría que haberlo retenido pues algo me decía que un hombre-lobo le había atrapado. Katja no quería hablar del tema pero supongo que pensaba lo mismo. Decidimos salir a comer aquella noche sin reparar que había luna llena, tan llena como en la noche en que desapareció Julien. Salimos de la cabaña y en solo unos segundos se nos plantó delante una de esas horribles criaturas. Yo me quedé paralizado, no sabía que hacer. Fue entonces cuando Katja se tiró al cuello del animal produciéndole una herida importante pero no suficiente. El horrible ser consiguió librarse de Katja enviándola con un fuerte golpe a chocar contra la casa de madera. Corrí hacía ella para poder socorrerla pero el hombre lobo fue más rápido que yo y consiguió alcanzarla en un abrir y cerrar de ojos. Él la tenía entre sus brazos y estaba dispuesto a despedazarla como a la chica de la historia. Entonces me armé de valor y me abalancé contra el monstruo que tenía delante agarrándome a su cuello, intentando dejarlo sin una gota de sangre. Pero todo ello fue en vano, el animal era más fuerte que yo y me arrancó de su cuerpo con un estirón y me lanzó contra un árbol. Mientras volaba hacía él pensé que esos serían los últimos segundos de mi vida, que no había podido salvar a Katja al igual que no lo había podido hacer con Julien. Al chocar contra el árbol me quedé aturdido pero pronto vi un trozo de madera en el suelo, lo agarré y me ensañe con aquel bicho todo lo que pude. Al principio no conseguía darle pero al final pude clavarle la estaca de madera en el muslo con lo que lo dejé indefenso y tuvo que huir. De repente pude ver los primeros rayos de luz y sabía que si me quedaba allí moriría quemado pero no podía dejar a Katja en aquella situación. Miré el paradero de ésta y descubrí que el sol estaba apunto de alcanzarla, el hombre-lobo la había dejado caer en unos de los claros que formaban los árboles. En aquel momento no sabía que hacer, tenía que escoger entre mi vida y la persona que me la había dado. Era una decisión difícil pues si decidía ir a salvar a Katja lo más probable es que el sol nos alcanzara a los dos. Al final opté por la decisión más cobarde y casi de repente me vi corriendo hacía la cabaña y cerrando la puerta tras de mi. Corrí todas las cortinas y me encerré dentro del ataúd de Katja sin poder parar de llorar y reprochándome el hecho de no haberla salvado. No paraban de irrumpir en mi mente imágenes de aquella horrorosa escena que acababa de presenciar.

A la noche siguiente volví hacía Nueva Orleans no quería saber nada de nadie. Me encerré en mi casa pues no tenía fuerzas para levantarme. Los días se hacían eternos sin mi creadora al lado. Ella me había dado todo lo que tenía, me había enseñado a amar, a sobrevivir en la noche… Todo aquello que debía saber lo conocía gracias a ella y yo le había pagado con la muerte.

Con los años he aprendido a perdonarme aunque quizás sea únicamente porque no quiero vivir una eternidad culpándome de aquello. Aún así no puedo evitar pensar en aquel viaje cada noche. Recorro aún casi cada noche las calles dónde conocí a Katja, volviendo a “La Cueva” y recordando su olor. No hay minuto que pase que no llore su ausencia. Cada cosa que veo me recuerda a ella y a Julien y a todo lo que ellos me enseñaron. Para mi fue muy duro perder a Julien pero sin Katja mi existencia se hace pesada y sólo puedo volver a esa vida horrible y nefasta de la que ella me salvó. Condenado a vagar por la eternidad solo, sin aquella mujer que me dio la vida, sin MI CREADORA.

A mi creadora

Capitulo IV

Habíamos alquilado una pequeña cabaña perdida en un frondoso bosque a las afueras de Helsinki. Un lugar no muy alejado de la población pero lo suficientemente lejos para tener intimidad. Al llegar a la ciudad nos hablaron de una extraña criatura que habitaba en los bosques de Finlandia. Al parecer eran seres que con la luz de la luna se transformaban y arrasaban con todo aquel que se le pusiera por delante. Yo no sabía de que se trataba pero al parecer Katja sabía muy bien de que hablaban aquellas gentes. No quisimos indagar sobre el tema, pues supusimos que era mejor pasar desapercibidos entre aquellas gentes que podían dar caza a cualquier ser que no fuera de su especie. Alquilamos un vehículo y fuimos rumbo a la cabaña, no sin antes haber comido algo claro. Al llegar a la cabaña me quedé impresionado al ver aquella maravillosa casa de madera que parecía de un cuento. Entramos y lo primero que vimos fue un enorme salón con chimenea para encender un agradable fuego. Subimos a las habitaciones y dejamos todos nuestros bártulos allí, luego bajamos y nos decidimos a encender el fuego, pues fuera estaba todo nevado y hacía frío. Pasamos toda la noche hablando y amándonos hasta casi llegada el alba.

A la noche siguiente fue un ruido en el exterior de la casa lo que llamo mi atención. Al ver que la noche ya caía sobre aquel frondoso bosque decidí despertar a mis dos acompañantes. Les expliqué mi despertar y Julien no le dio importancia, pues creía que habían podido ser los árboles que al chocar contra la casa de madera hubieran podido provocar el ruido que me había despertado. Katja no pensó lo mismo porque aunque quiso apoyar la teoría de Julien sus ojos revelaban lo contrario. Le pedí por favor que me explicara que pasaba y porque no creía en lo que había supuesto Julien. Supuse que tenía algo que ver con las criaturas de las que habíamos oído hablar en la ciudad así que le exigí que me explicara lo que sabía. Katja no pudo negarse y nos explico a Julien y a mi la siguiente historia:

“Hace siglos en estas tierras habitaban unas extrañas criaturas. En principio eran humanos o al menos habían nacido como tal. La primera de estas criaturas era de descendencia humana pero en una expedición a un extraño bosque fue mordida por un lobo. El lobo le había causado un gran daño y el hombre no pudo valerse por si solo para volver a casa así que tuvo que esperar a ser rescatado. Semanas más tarde fue hallado por unos leñadores que pasaban por allí y llevado al pueblo de estos. El hombre herido tenía fiebres y sudores fríos que no conseguían calmar. Una noche de luna llena al ir a darle la cena en el cuarto donde se encontraba el herido pudieron comprobar que éste había desaparecido. Al seguir sus huellas vieron que no eran huellas humanas sino las huellas de un lobo. Las personas del pueblo supusieron que de alguna manera, que no llegaban a comprender un lobo había entrado en la habitación y se había llevado al enfermo. Momentos mas tarde pudieron ver la silueta de una criatura peluda y enorme llevarse a una de las mujeres del pueblo y descuartizarla en las afueras. A partir de aquellos momentos aquellos hechos de matanza y sangre se repetían todas las noches de luna llena. Dicen aquellos que han sobrevivido a sus ataques que son enormes, que son una mezcla entre humano y lobo y cuentan las leyendas que es en noche de luna llena cuando estas criaturas de apariencia humana mutan en esos seres llamado hombres-lobo.”

Parecía ser que esos seres se creían exterminados hacía años pero por lo visto las personas de la zona creían que habían vuelto.

Julien al oír la historia se hecho a reír y dijo que eso eran únicamente leyendas pero Katja no lo creía así. Yo, sinceramente, no sabía que creer. Mantuvimos una acalorada charla sobre el tema hasta que al fin Julien dijo que no quería seguir discutiendo y que se iba a buscar leña para encender el fuego. Katja y yo le pedimos que no lo hiciera pero no nos escuchó. Aquella noche Julien no volvió. Nos pasamos noches enteras buscando a aquel muchacho de tez pálida y talante sensual que hacía años me había robado el corazón, pero nunca le encontramos.

A mi creadora

Capitulo III

Las noches pasaron volando al lado de Katja, recorriendo Nueva Orleans y visitando sitios aparentemente inaccesibles para un humano pero fácilmente habitables por los vampiros. Ella me había enseñado el arte de amar. Recuerdo especialmente una noche en el jardín de casa. Era verano y estábamos tumbados bajo le dulce luz de la luna. Nunca me había tocado y de repente comenzó a acariciar mi pecho. Se acercó con gran sigilo hacia mis labios y los besó con suavidad. Poco a poco sus besos fueron descendiendo, bajando por mi pecho y siguiendo por mi torso. Siguió bajando hasta llegar a mi sexo y allí se detuvo dedicando todo su arte a darme placer. No pude evitar sentir deseos de desnudarla y hacerla mía. Katja me guió y me enseño como hacerlo para que ella disfrutara tanto como lo había hecho yo. A partir de aquella noche nuestros juegos eróticos fueron en aumento hasta llegar al punto de habernos enseñado todo lo que sabíamos.

Pero no era simplemente sexo, era una combinación de besos y caricias con un sentimiento de complicidad que nunca antes había experimentado. Pasaban mis días a su lado y no me daba cuenta. Era evidente de que me había enamorado de aquel muchacho dulce y sensual, pero a la vez estaba enamorado de Katja. Supongo que era un amor diferente y aunque me quería mucho a Julien, Katja siempre seria mi creadora. Aquella persona que creyó en mi y me dio la posibilidad de una nueva vida. Aquella que me creo tal y como soy ahora.

Todo era fantástico. Recorrimos juntos gran parte del mundo, fuimos a Nueva York, Londres, Paris, Barcelona, Tokio, Venecia… No nos cansábamos de viajar, estar juntos y amarnos. Fue en Helsinki donde toda esta historia cambió. Yo deseaba viajar a Finlandia y mis dos amantes no dudaron en acompañarme. Llegamos una noche de abril y sólo poner el pie en aquella fría tierra sabía que algo malo estaba a punto de suceder.

A mi creadora

Capítulo II

Aquella situación parecía no acabar. Me sentía sin fuerzas y no conseguía ver aquella mujer que me había prometido todo lo que siempre había soñado. Fue en esos instantes en los que note algo húmedo sobre mis labios. Era una sustancia viscosa que resbalaba por mis mejillas. Intenté abrir la boca para saborear aquel líquido cuyo olor me era tan familiar. Gotas de aquel delicioso elixir consiguieron entrar en mi boca dándome una increíble sensación de mejora. Poco a poco recobraba la vista y podía ver a aquel misterioso ser que no se había movido de mi lado en todo el rato. Su muñeca sangrante se acercaba con sumo cuidado a mis labios hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para que mis colmillos, ahora mucho mas largos que nunca, se clavaran en aquella delicada y blanca piel. Noté como la sangre volvía a fluir por mi cuerpo aunque sabía que no era mi sangre la que corría por mis venas, si no la sangre de aquella misteriosa mujer que se había convertido en una nueva madre para mi. Sentí nacer de nuevo, sentí convertirme en algo muy diferente a lo que era antaño y, sin saber todo lo que ello conllevaba, me hacía sentir vivo de nuevo.

Cuando me rehice del todo Katja, que así se llamaba la misteriosa mujer, me explicó que después de aquella noche sería vampiro para el resto de la eternidad. En aquellos momentos no sabía la enorme carga que había aceptado y me sentí feliz. Ella me enseñaría todo lo que un vampiro debe saber para sobrevivir en la noche, no estaría solo y no tenía miedo. Sentía mi cuerpo lleno de vitalidad pero tenía hambre y ya sabía lo que eso significaba. El echo de tener que matar me suponía un dilema moral que pronto solucioné. Pensaba que me costaría más tener que matar a seres humanos para poder vivir pero realmente no fue tan difícil, solo necesitaba ver las caras de aquellos que durante tantos años me habían despreciado por ser diferente y pensar que simplemente eran comida. Puede sonar cruel a oídos de aquel que nunca haya pasado hambre pero si no habéis tenido la suerte de tener siempre un plato en la mesa comprenderéis que para mi eran como pollos, terneros o cerdos. Además deseaba vengarme de todas aquellas personas que me habían hecho sufrir sin motivo alguno.

Supongo que la parte mas dura fue la de saber que ya nunca mas podría ver a aquella personas que me habían hecho sentir bien durante todos mis años como mortal. Entre ellas echaría especialmente de menos a mi hermano mayor. Él me había enseñado mucho y me había facilitado las cosas desde pequeño. Siempre recordaré esas travesuras de niño por las que siempre nos castigaba nuestra madre. Pero aprendí a pensar en ellos como recuerdos, como fotografías de un tiempo pasado al que no podía acceder.

A mi creadora

Capitulo I

Eran tiempos difíciles para mí, me sentía perdido en un mundo que no me gustaba y al que evidentemente yo tampoco le gustaba. Se puede decir que la vida no me había tratado como yo me merecía. Aquella era una noche como tantas otras. Había salido a pasear por las calles de Nueva Orleans buscando una paz que sólo encontraba en la oscura soledad de la noche. Me sentía a gusto en aquellos parajes, sin nadie a mi alrededor. La soledad que me rodeaba era una soledad deseada y a la vez odiada. La deseaba debido a que nadie que conociera podía compartir mi pena que era fruto de una vida de inconformismo hacía esta sociedad. Se que pensareis que esto no es tan importante ni doloroso como la muerte de un ser querido o la desaparición de algo o alguien a quien apreciamos, pero es más frustrante. A la vez odiaba esa soledad pues no soporto el echo de pensar que estoy solo en el mundo y en esos momentos es lo que sentía mi corazón.

Pero aquella noche parecía ser diferente a las demás. Desde que había salido de casa sentía una presencia que me acompañaba, pero cada vez que me giraba para comprobar de quien se trataba no conseguía ver mas que la oscura y silenciosa calle que dejaba a mis espaldas. Puse rumbo hacia “La Cueva”, una taberna donde solía ir a emborracharme en las frías noches de invierno. Cuando llegue al callejón donde ésta se encontraba, sin previo aviso, alguien me cogió de las axilas y me levanto del suelo. En uno de mis peores pensamientos creí que la muerte que tanto había esperado había decidido bendecirme con su presencia, pero para mi asombro comencé a sobrevolar los tejados de las casas de mi barrio sin saber quién me conducía ni a qué lugar. No conseguía gritar, pues una fuerza extraña me impedía emitir cualquier sonido. En pocos minutos habíamos sobrevolado Nuevo Orleans y habíamos aterrizado en la boca de un frondoso bosque que se encontraba en las afueras. Por fin y una vez en tierra firme pude volverme y ver la misteriosa figura que me había estado siguiendo toda la noche. Era una hermosa mujer de larga melena blanca y ojos azules, ataviada de joyas doradas que hipnotizaban los sentidos. Su estatura era algo mayor a la mía y sus manos y rostro eran excesivamente delgados. Llevaba carmín en los labios de un color granate que hacía juego con su esmalte de uñas las cuales destacaban en la oscuridad bajo la sombra que ofrecía la capa con la que se abrigaba. En esos momentos me sonrió y sus labios dejaron entrever unos colmillos largos y afilados. “Un vampiro”, pensé. Pero aquello no era posible, había escuchado hablar sobre esas criaturas nocturnas pero creía que eran meras leyendas.

03 diciembre 2007

Tiempos antiguos



Oigo antiguas risas,
se clavan en mi memoria.
Recuerdos de antaño
se desvanecen con el tiempo.
Aún los hecho de menos
pero ya no me duelen.

Recupero esas noches
de largas historias.
Permanecen en mi mente
aquellas conversaciones.
Os recuerdo
y vuelvo a sonreír.

No quiero volver,
ya no me hace falta.
Aún así me acuerdo de vosotros
os echo de menos.
Me tumbo en la cama
y sonrío de nuevo.

Me acuerdo de hace dos días
y aún puedo veros.
Las risas, los saltos,
los chistes, las copas.
Las viejas historias,
que se recuerdan entre todos.

Me tumbo en la cama
y oigo la lluvia caer.
El otoño se desprende de las hojas
y yo voy dejando escapar recuerdos.
Me gusta conservarlos,
pero ya no son nostalgia.

Me gusta revivirlos,
pero quiero hacerlo en carne y hueso.
Como la otra noche,
cuando volvimos a reír juntos.
Faltaban algunos,
pero eso siempre pasa.

Quizás otro día
podamos estar todos juntos.
Es bonito sentiros
y no quiero perderos.
Escucho la noche
ella me trae vuestras voces.

Aún río con vosotros,
aún os recuerdo algún día.
Son tiempos antiguos
que reviven de vez en cuando.
Son tiempos antiguos
que no morirán nunca.