Sufrimiento de mujer
Otra vez suena el despertador, son las 5 de la mañana y, como cada día, ha de levantarse a prepararle el desayuno a su marido. Ha de salir de la cama con mucho cuidado, pues si le despierta antes de hora se enfadará. Ella sabe que su marido se enfada con mucha facilidad y entonces, cuando la furia se apodera de su ser, él la pega. Ella no dice nada, ella sabe que su marido no es malo, sólo un poco violento. Va a la cocina y prepara el café con unas tostadas, procurando que éstas no se tuesten demasiado. A él no le gustan quemadas. Ya es la hora. Suavemente se acerca a la habitación y le llama, con suavidad y dulzura. Él se despierta, ni siquiera mira a su mujer. Se va al baño, se come el desayuno y se marcha sin darle ni un triste beso. A ella no le importa, sabe que su marido no es malo, solo un poco despistado. Pronto llega la hora de despertar a los niños, les viste y les lleva al colegio. Es una madre genial.
Por fin sola. No es que su familia le incomode, pero sola se siente segura. El sol sale de nuevo cuando nadie la vigila. La mañana pasa volando, las compras, la casa... Todo tiene que estar dispuesto cuando su marido llegue. Los niños comen en el colegio pero su marido va a casa. A la 1.30 p.m., sin falta, la comida debe estar en la mesa, si no su marido se enfada. Pero ella es buena ama de casa y casi nunca llega tarde. Esta vez se ha retrasado 5 minutos. Su marido llega y la comida no está en la mesa. Se enfada y la golpea violentamente tirándole encima el contenido caliente del plato que ella iba a servirle. Ahora ya está hecho, no hay vuelta atrás. Enfadado coge la puerta y se va. El portazo retumba en la escalera, la situación es desesperante. Ella tirada en el suelo y la cocina sucia con los platos rotos y la comida por el suelo. Pero ella no llora, sabe que su marido no es malo, sólo estaba cansado. Se levanta del suelo y empieza a recoger.
Al fin la cocina queda reluciente y las meriendas de los niños hechas. La casa está impecable. Pero ella no puede más. Lleva así tanto tiempo que ya no sabe de que color es el cielo cuando no llueve. Ha tomado una decisión y hoy será el día. Va a buscar a los niños y los lleva a casa de su madre. Ésta ve los moretones, pero no pregunta, sabe por propia experiencia de que son. Esperaba que su hija no pasara por lo mismo pero ella no podía evitarlo.
Sola en casa, los niños en casa de la abuela y él en el bar, hoy sería el día. A las 8 él llega, furioso porque la cena no esta hecha. Pero hoy da igual, ella le espera en la cocina. Al verla se abalanza sobre ella pero justo en ese momento ella saca el cuchillo que escondía tras de si y lo hunde en su abdomen. La sangre inunda la cocina. Él yace muerto encima del charco rojo y ella, en el baño, ha puesto fin a su sufrimiento también. Sabe tan dulce la muerte cuando en vida se ha sufrido tanto... Hoy era el día. Ahora sabe que su marido no es bueno, sólo un animal.
1 comentario:
Una historia triste, con regusto a sangre...Ojala viviesemos en un mundo donde estas cosas fuesen solo ficción. O simplemente donde fuese extraño que nadie se considerase objeto de nadie. Por suerte hay gente como tu, que usa la literatura para prevenir que llegue a ser necesario el cuchillo. Un beso desde las brumas de Escocia...
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